"4,32 millones de personas con discapacidad,
más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"
Tejado de vidrio
La pobreza no es vileza
06/06/2022
Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis.
Mateo 26,11
La pobreza llama a su puerta. Pero no cualquier clase de pobreza, esta está domesticada, pues se practica en el domicilio y en ciertos días de la semana, los sábados. El escándalo que es toda pobreza aquí se intenta adocenar al someterla a programa y calendario, al hacerla predecible y previsible. Se vuelve tolerable al ofrecerse en dosis. La privación se torna, paradoja, en posesión, que los pudientes señores administran como un bien, como un quehacer más. La pobreza ordenada y concertada, se aburguesa. Los pobres se instrumentalizan, son condición para el ejercicio de la piedad de los ricos. Sin embargo, la mendiga, la pordiosera (la que pide por Dios) conserva, revestida de harapos, una cierta dignidad intangible; de algún modo incógnito, pertenece al orden de lo sagrado, y ahí reside su poder. Se queda en el umbral del piso principal, no pasa del descansillo, así no mancilla la casa señorial, pero tiene un derecho inmemorial a aparecer, a mostrarse, a tiempo y a destiempo, a importunar siendo eternamente oportuna. El signo de contradicción que es siempre la miseria se deja sentir. Virtud acrisolada, ideal de vida, voto ineludible para aspirar a llevar existencias superiores, sí, cuando es elegida; pero también y, al tiempo, oprobio y desolación, lacra y castigo, impropiedad, cuando es forzosa. La pobreza debe ser cancelada, arengan los filántropos; la pobreza es criminal, apostrofan los reformadores sociales, pero la salvación personal se vincula con la práctica de la austeridad, del desprendimiento, de la renuncia incluso a los bienes terrenales. Salva y condena, dignifica y avergüenza. Es esto y es lo otro, se niega y se afirma a sí misma; su lógica incognoscible, agota y pierde la razón más sólida. Siempre nos acompañará, al decir del Evangelio, lo que parece declarar como presuntuosa y vana cualquier tentativa de suprimirla. Pero no es la victoria lo que que sanciona las buenas peleas. Se ha de recrudecer la lucha, aunque de antemano se sepa que es batalla perdida. La derrota segura no debe sino enardecer al combatiente. La pobreza, ironía, no es vileza, pero hace viles a quienes no la sufren. Es sábado, ha tocado a nuestra puerta, nos aguarda. ¿Abrimos?
Luis Cayo Pérez Bueno, presidente del CERMI y de la Fundación Derecho y Discapacidad
(Texto publicado en la obra La vejez como experiencia humana en las pinturas del Museo Nacional del Prado, Fundación Notariado, página 161, Madrid, 2022)
Imagen: La pobre de los sábados, 1885. José Martí y Monsó (1840-1912)
Óleo sobre lienzo, 50 x 40 cm